El pueblo se pone en pie, la transición se acaba
La
Marcha de la Dignidad
El
pueblo se pone en pie, la transición se acaba
Tras
la crisis económica provocada por la banca, llegó el saqueo de lo
público (sanidad, educación, servicios sociales) en beneficio de la
oligarquía. Los mismos bancos que originaron el hundimiento
económico han absorbido a las cajas de ahorro que, levantadas con el
ahorro popular, fueron llevadas al desastre por una casta de
políticos y gestores corruptos. La política económica iniciada en
2010 por el gobierno del PSOE y continuada de modo implacable por el
gobierno del PP significa no sólo la disminución de la renta
nacional y el endeudamiento del estado sino el empobrecimiento de las
clases populares y la progresiva desaparición de la clase media y
los pequeños empresarios. Este desastre social ha sido bendecido por
la Troika e incluso por el presidente de los EEUU que predica el
neoliberalismo a pesar de tener en su país 46 millones y medio de
pobres (datos oficiales de 2012) y varias decenas de millones de
emigrantes sin derechos sociales ni civiles.
En
España primero fue el temor ante la negra nube que se avecinaba
entre las bellas palabras de los políticos y los justificadores
análisis de los economistas que anunciaban las medidas impopulares
con la frialdad del meteorólogo de turno. Después, vinieron los
recortes salariales, los despidos laborales, los desahucios de
familias enteras por no poder hacer frente a sus hipotecas, la
supresión de servicios de salud, el cierre de miles de empresas, la
reducción de trabajadores públicos en sectores estratégicos.
Ante
este insolente ataque a la mayoría de la sociedad, empezando por los
de abajo, se pasó del temor y el miedo a la indignación colectiva.
Así nacieron los potentes movimientos sociales del 15-M
e Indignados,
las Mareas Blancas (Sanidad) y Verdes (Educación), las Plataformas
Antidesahucios y renacieron los antaño influyentes movimientos
vecinales.
En
esas estábamos cuando se convocó unitariamente la Marcha
de la Dignidad 22-M
que acaba de tener lugar. A las columnas de manifestantes que han
caminado durante días hasta Madrid desde todos los puntos de la
península se han unido decenas de miles de trabajadores y vecinos de
la capital que, como siempre en los grandes momentos (desde la Guerra
Civil a la Transición pasando por las protestas antifranquistas y el
No a la OTAN) sabe estar a la altura de las circunstancias y lejos de
convertirse en corte palaciega se transforma en el corazón de la
resistencia popular. El manifiesto de la convocatoria resume bien los
objetivos políticos y sociales de la larga lucha popular por romper
el asfixiante dominio de la Troika en España a través de los
partidos políticos del régimen, de un régimen que está corroído
por la corrupción desde la cabeza a los pies:
http://marchasdeladignidad.org/objetivos/manifiesto/
En
el mismo escenario en el que se despidió a la dirigente comunista
Dolores Ibárruri, el pueblo ha alzado su voz este 22-M contra el
expolio y el saqueo a que está sometido. Solidarios en la lucha
común veíamos a nuestro lado a los mineros asturianos, a los
jornaleros andaluces, a los campesinos gallegos, a los trabajadores
catalanes, extremeños, vascos, manchegos, aragoneses, riojanos y
navarros. Aplaudidos con cariño los numerosos bomberos allí
presentes que, a diferencia de la policía, están siempre al lado
del pueblo. Jóvenes y mayores, matrimonios de todas las edades,
representantes sindicales, compañeros y compañeras anarquistas,
ecologistas, feministas y de muy diversos movimientos sociales: el
pueblo en toda su variedad social y política llenaba la calle en
paz. A pesar del silencio de los medios y las amenazas del poder, más
de un millón de ciudadanos españoles han dicho Basta ya!
Entre
las pancartas de protesta y denuncia, dos banderas daban el color
dominante a esta imponente manifestación: la bandera roja y la
bandera tricolor republicana. A diferencia del PP que desde días
antes soltaba la baba de su odio de clase contra la manifestación y
los casi 2000 policías antidisturbios, y a diferencia también del
PSOE que con elegancia se desmarcaba de la convocatoria por
considerarla demasiado izquierdista aunque decía “respetarla”
(?), el viejo/nuevo PCE allí estaba entre el pueblo, como antes en
la Defensa de Madrid y como en los siniestros años del franquismo.
Un cronista imparcial ha pintado bien el escenario de la protesta con
unas pertinentes referencias al pasado:
Apenas
había llegado yo a casa al término de la manifestación, cuando,
ante mi sorpresa, los medios antes silenciosos mostraban en vivo las
cargas policiales que se estaban produciendo contra los
manifestantes. Todo indica que los responsables de la delegación del
gobierno de Madrid y del ministerio del Interior querían demostrar
que la calle era suya, como en los viejos tiempos de Fraga. Había
que expulsar con la mayor contundencia posible a los que pretendían
acampar en el Paseo de Recoletos provocando así los buscados
enfrentamientos entre policías y manifestantes. Hagamos un poco de
memoria. En agosto de 2011 ese mismo Paseo entre las plazas de
Cibeles y Colón lo cerró al tráfico durante seis días el
ayuntamiento del PP convirtiéndolo en una gigantesca sacristía con
toda clase de cofradías e imágenes religiosas
http://www.abc.es/20110810/sociedad/abci-cortado-trafico-seis-dias-201108101809.html
Item
más. Durante la visita del Papa Benedicto XVI estos “protectores
de los espacios públicos” transformaron el Parque del Retiro en un
gigantesco confesionario y convirtieron la base aérea de Cuatro
Vientos, en el suroeste de Madrid, en el mayor campamento jamás
montado en España destinado a acoger la misa final de la Jornada
Mundial de la Juventud:
http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/293042/base-aerea-de-madrid-acogera-a-mas-de-un-millon-de-jovenes-en-misa-con-el-papa/
El
objetivo final tanto de la reaccionaria Cristina Cifuentes como de
sus jefes políticos no es otro que convertir la gigantesca y
pacífica Marcha de la Dignidad del 22-M en una violenta página de
sucesos donde los manifestantes son los malos y la policía que
protegía la cueva de ladrones de calle Génova y sellaba toda el
área al tránsito urbano es la víctima de los antisistema. Ahora
dicen algunos perros ladradores que los dirigentes de izquierda que
apoyaban la convocatoria tienen que pedir perdón. Los que han
hundido Caja de Madrid, los que han robado fondos públicos en la
trama Gürtel, los que han ordenado disparar contra los emigrantes y
han provocado la muerte de quince africanos en Ceuta tienen ahora la
desvergüenza de exigir reparación. Estos dirigentes del PP me
recuerdan los infames consejos de guerra de la dictadura de Franco
donde los sublevados fascistas acusaban de “ayuda a la rebelión”
a los republicanos que habían defendido la legalidad constitucional.
León
Felipe, allá en el exilio de México, los retrató bien en este
poema:
“Yo
no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he
visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de
angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre
lo taponan con cuentos”.
El
fin de un régimen
Con
la muerte de Adolfo Suárez el Rey, el gobierno del PP y los
dirigentes del PSOE quieren dignificar la inmunda política actual.
Los mismos que lo despreciaron en vida (con Alfonso Guerra en primera
línea) y desintegraron su partido político (con Calvo Sotelo al
frente) y traicionaron al principal dirigente de la Transición que
no sólo legalizó al PCE en contra de los deseos del Departamento de
Estado USA sino que se negó a meter a España en la OTAN echándole
encima a los fascistas irredentos, a los militares ultras y a la
cúpula de la CEOE con Ferrer Salat a la cabeza, lloran hoy
hipócritamente su desaparición. A pesar de las contradicciones que
implicaba su proyecto político, él fue un hombre honesto que al
final se quedó solo por no plegarse al poder económico, ni a los
nostálgicos del franquismo, ni al imperialismo de los EEUU. Como en
las antiguas tragedias griegas, al final de su vida perdió la
memoria, según dicen. Descanse en paz. Pero la Transición que
encabezó puede decirse que ya estaba muerta antes de que él
desapareciera: la crisis económica la descarnó y la evolución del
régimen monárquico con toda su podredumbre agotó su energía.
Sacando
fuerzas de flaqueza ante la servidumbre de los dos grandes partidos y
la pasividad de las cúpulas de los dos principales sindicatos, el
pueblo dio este 22-M un histórico paso adelante. Ha comenzado
por recuperar la Dignidad. Todo lo demás le vendrá por añadidura.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia
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respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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