Manual de la perfecta zorra original de Arturo Pérez-Reverte






Tranquila, chochito, Lo tines fácil. Para ser top model, que es tu vocación más prístima y el sueño intelectual de tu vida, ojo, no model a secas, que eso es del montón, sino top –que como sabes significa modelo a tope guay–, y triunfar, y que a las amigas y a las de la peluquería y a las del gimnasio se les atragante el biomanán, el camino es fàcil. 
Chupado, y te lo digo sin dobles sentidos. Y mira por dónde te lo voy a contar, para ti sola. Exclusivas Reverte. El camino del éxito.

No hagas caso a los que dicen que una top model es una señora seria y disciplinada, que nace con ciertas condiciones favorables y además trabaja como una burra y estudia idiomas y no sale en Qué Me Cuentas sino en la portada de Vogue, o de Marie Claire, y además esto lo consigue una de cada cien mil. Porque eso sólo pasa en el extranjero. Aquí una top model es otra cosa. Ahí tienes a Mar flores. O a Jesulina Janeiro, verbigracia, que el otro día se definía como una top model profesional. O a Rocio Carrasco, que ya tenía secretaria con catorce añitos, e incluso cuando estaba como una morsa desfilaba entre flashes por las pasarelas. O a Yola Berrocal, que con un par de escalas intermedias en Crònicas Marcianas y en Tómbola pasó directamente de los brazos del padre Apeles –otro día escribiré el Manual del Perfecto Caradura a sugerir medio chichi, que ahora por lo visto de le cotiza mucho, en la portada de Interviu. 

Toma nota, anda. Lo primero de todo es ser analfabeta. Cuanto más mejor porque así te ampara la osadía del ignorante; y además luego, cuando en la tele alguien te llame guarra en directo con los adecuados circunloquios y perífrasis, tú podrás seguir sonriendo tan campante y ordinaria, subirte el tirante, echarte el pelo atrás, y decir qué malo eres, Mariñas, etcétera sin que te enteres de nada. Pero antes de llegar a ese momento culminante, climax de tu carrera esa madre emocionada en casa viendo famosa a la niña_, te queda, querido yogurcito, un pequeño y fácil trámite. Seguramente no tendrás la suerte de ser hermana de famoso, ni hija de famosa; y ese es un handicap que habrás que superar con decisión y talento. Así que depílate las axilas y déjate caer vestida para matar por esas discotecas madrileñas o marbellíes frecuentadas por top models de las de aquí, y por fulanos que antes salían en Inma la dulce y tenía nombre francés, y ahora les da por llamarse mánagers, aunque hay quien prefiere el más antiguo y castizo nombre de chulos de putas.

En fin, mi alma. Que te dejes caer por los pastos de la moda y procures: A) Calzarte a un famoso y que te hagan una foto antes o después, o incluso durante. B) Calzarte a un famoso, y aunque nadie te haga una foto, que ya es mala suerte, contárselo luego a todo cristo.  C) No calzarte a ningún famoso porque no te entra en el curricán, pero pegarte a ellos como una lapa para que te vean, y luego decir que bueno, que tal vez –aquí una risita oportuna–, que hay ciertas intimidades de Dado o de Jesús que no estás dispuesta a contar. A contar todavía, claro. O a contar gratis.

Como ves, lo tienes sencillito, loba, mía. Así que te deseo suerte y beneficios. De cualquier modo si tienes prisa, recuerda que también existe la variante de emergencia D), más asequible, y tal vez por eso la que ahora se usa mucho para alcanzar el laurel de la fama, consiste, no ya en fumigarse a un famoso o famosa de relativa pata negra, sino al ex novio de la ex novia de un famoso o famosa, o incluso al ex novio o ex novia de otro ex novio o ex novia de un famoso o famosa, cuya guinda del asunto suele consistir en que el presunto personaje inicial de la murga no es tal. O sea, que tampoco es el famoso por su própio currículum, ni de coña, sino que como Léquio, Ernesto Neiyra, David Flores–esa gloria de la benemérita– o tantos otros y otras lo es por haber sido en su momento novio o marido, o simple circunstancia de gente famosa cuya fama tampoco termina uno por explicarse del todo, aunque, eso sí todos acaban invariablemente desfilando en las pasarelas con colecciones de Idoya, Jarreiticoechea o de Ludmillo y Chuminetti; porque España, según el Guinness de los récords, es el país de Occidente que más modelos, modelas y tontos del haba tiene por metro cuadrado. Así la cadena puede prolongarse hasta el infinito, renovándose de continuo con la incorporación de nuevos y brillantes personajes en plan de huevo y la gallina, e incluso con la periódica llegada de cubanos, venezolanos y otros representantes de los países hermanos de Hispanoamérica, lo que contribuye a internacionalizar el culebrón. Con la ventaja de que todos se instalan aquí  para siempre, en esta gran familia de top models de papel couché tan simpática y tan entrañable.

                                                                               ( Continuará )  

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