Andalucía a la deriva






     

 Andalucía a la deriva




Sin lugar a dudas, el estado español entregado en cuerpo y alma a los mercaderes y en particular al bloque dominante alemán, se deja llevar como barco que una vez rotas las amarras se dirige a los escollos. En su deriva la flotilla de goletas que le acompañaban van siendo engullidas por el temporal. Sólo las más fuertes, las que se pusieron a resguardo del buque insignia van sobreviviendo. Entre ellas se encuentra Andalucía, cuyo peso específico es tan importante que dejarla zozobrar pondría al propio estado, ya sin rumbo previsible, en una situación de alarma general.Los miembros del gobierno andaluz, la mayoría dirigentes históricos  de los partidos que dieron paso al nuevo régimen español, concretado en la constitución hoy caduca de 1978, no se  salen del guión dictado desde Madrid, Brúselas, el Fondo Monetario Internacional  o el Banco Mundial.

De aquella llamada Andalucía imparable y de aquel rebélate, solo queda el llanto y la excusa del imperativo legal que es un arma arrojadiza contra el PP a la espera del asalto electoral a la Moncloa.  En el maridaje  PSOE/ IU, se le deja a esta última el papel de “sidol” que quita las manchas amarillas del sumidero de más de treinta años de gobierno social-liberal en nuestra tierra. Y así, sin estrategia económica, política, cultural o social que no sea otra que la de esperar a que amaine el temporal, Andalucía está condenada a ser un pecio más, donde los piratas de dentro y de fuera de España seguirán robándonos todo lo que puedan y un poco más.

Ante esta situación es imprescindible que la sociedad andaluza, no metida en la nómina de la Junta, se planteé una alternativa que vaya más allá de lo meramente electoral y se ponga manos a la obra en la construcción de otra Andalucía. Lejos de los que por la mañana firman leyes andaluzas que dejan en la calle a miles de trabajadores, y por la tarde se ponen detrás de las pancartas contra los despidos. Que cada palo aguante su vela y, sin ningún temor a equivocarme, decir que la única batalla que se pierde de antemano es aquella que no se da.

Marcos González Sedano

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