Sueños






             Cuaderno de otoño

             Sueños, de Marcos González Sedano







            Al principio solo fuimos un sueño. Después llegó la palabra. Y el verbo y el alma hechos uno dieron paso al deseo. Sin él no seríamos nada. O apenas nada. Si acaso máquinas de carne y hueso, en uso o en desuso.

Soñé que éramos libres...
            La flor del dinero que me regaló mi madre (que la tierra le sea leve) ha florecido. Siempre lo hace en otoño. Y sobre las verdes hojas se yerguen ramilletes de flores blancas que, a través de la ventana, me miran, me susurran, me acarician la mirada.

             En esta historia en construcción ladrillo a ladrillo, verso a verso, los de siempre, hermanos y amigos andaluces, los de abajo, los pueblos más humildes riegan con sus lágrimas el papel donde se escribe. Por eso es tan importante, en este momento en que levantamos el muro para parar a los mercaderes, soñar cómo será nuestra tierra mañana.

            Mi madre siempre le daba a la cal un toque de añil para que en el blanco de la fachada resaltaran el verde y el rojo de los geranios.

           Los usureros, los diteros del mercado se apropiaron de nuestras ilusiones. Vaciaron nuestros deseos de sueños creadores y a cambio nos implantaron un pensamiento único, un mercadeo universal donde el matiz, la riqueza de almas, las formas de hacer, vivir y morir se diluían en las estanterías de una gran superficie comercial.

          Las migas mi padre las hacía de harina de sémola de trigo duro. Con aceite de oliva, ajos, sal y agua. Las acompañaba, dependiendo del bolsillo, de pescado, naranjas cortadas o melón. Vino, siempre hubo vino sobre la mesa. En el lugar donde nací nunca faltó.


      Nosotros, los andaluces, somos hombres y mujeres de luz. Somos alondras del Gran Río enjauladas, que con nuestro canto le mostramos al universo el grueso de nuestros barrotes.


         Cuando recuperé los sueños soñé que las calles, pueblos, veredas, montañas, ríos, ciudades, mares, lagos, desiertos, nieves, plantas y animales de esta tierra compartían un mismo destino, y que en la nada yacían ya las cadenas, el amo y el señor.


             Soñé que éramos libres y que esa libertad de cuerpos y almas podíamos compartirla con el resto de la humanidad.








                                                                  Marcos González Sedano

                                                                  Andalucía, otoño de 2012     



Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Diccionario bancario enviat per Maria Arques Vaño