La ciudad







                  Cuaderno de otoño.


                 La ciudad de Marcos González Sedano







...en estas noches d'insomnios soñar es subversivo.




Hoy he entrado, herido, en la ciudad. Aún no cobran por ello.


En esta batalla de lo público y lo común, van ganando los otros. Les acompañan Judas Iscariote y Marco Junio Bruto.

Vaciaron las plazas y las llenaron de veladores. Y declararon proscritos a sus antiguos moradores. Pasamos a ser inquilinos en nuestra propia casa. La ciudad, convertida en parque temático, nos necesita, somos parte del espectáculo. Son difíciles de trabajar los versos en estas calles sin empuñar la espada, sin ajusticiar a los de arriba, sin maldecir a los visitantes, desgraciados seres como nosotros en esta hora de la historia. Y pensar que en esta tierra al viajero se le descalzaba de las sandalias, se le lavaban los pies y se le ofrecían el pan y la sal.


Malditos mercaderes, que en esta batalla contra ustedes mi amigo Paco, el Sócrates de la Encarnación, mientras despieza jamones tiene que combatiros, y en su derrota ganáis ustedes y pierde el Mercado, el de toda la vida. Pero él, que es devoto de Ceres, verá la puerta abrirse y Arión, hermano Paco, maestro, pregonará junto a ti bajo las Setas (que los dioses se dignen oír esta plegaria de un ateo).

Transmutadas, las calles y barreduelas van dejando espacios para los vencedores, los avaros que atesoran tiempo y riqueza, que queman de nuevo los libros y destruyen las alhódigas que sobre la arena, los adoquines y el asfalto de Spal, Híspalis, Isbilya, Sevilla, se escribieron, se levantaron.


Apenas han bastado unas décadas, tal vez mi tiempo de exilio en esta jaula de oro, para que los arqueólogos tenga material suficiente y escribir durante siglos cómo mataron a la ciudad de los viajeros, de los ciudadanos, y la llenaron de clientes, de público. La función es continua: pasen y vean.


Y tú, que en ese instante me ves triste, mirando como llega la noche, contemplando a los mirlos en el ficus, vas y me dices que sueños es tu palabra favorita. Y yo, antes de que termine la última a de acariciar tus labios camino del precipicio hacia el vacío, la recojo entre la yema de mis dedos y la encarcelo en mi boca, porque, mi querida amada, en estas noches de insomnios soñar es subversivo.



                                                                                           Marcos González Sedano

                                                                                          Andalucía, Otoño de 2012

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