Cartas desde Sevilla, la respuesta.


 


                                                                 Cartas desde Sevilla, la respuesta.

“Cuando la mala fortuna

aprende el camino de tu casa

abandónala.”

 Proverbio andalusí, Aldeire.


Mi querido hermano Ibn Hazm:

Pastor de gacelas, me reconforta saber de ti. Que los dioses de los ateos y de los creyentes te protejan a ti y a las piadosas almas que te dan calor y aplican los ungüentos en tus heridas, que la sabiduría y la paciencia te acompañen en esta hora, que encuentres como siempre hallaste en el desierto las flores que han de curarte, que los versos broten fluidos de tu alma y las líneas del papel sean los surcos donde las semillas nuevas germinen y podamos alimentarnos de ellas.

Mi querido hermano, la sombra de la Giralda apenas da para tapar los sueños de los mercaderes de quincalla que descansan a su alrededor. Las castas que dirigían la urbe se van transformando; cada vez hay más poder en menos manos, y sólo florece en este tiempo la miseria que va avanzando desde los arrabales hasta el corazón de la polis. En esta decadencia Sevilla es un agujero negro, un pozo sin fondo, un sumidero donde el remolino de la vida va arrastrando su destino, expulsando a sus hijas e hijos a la Diáspora. A veces, los cafres como yo desearíamos creer en algún dios para hacerle responsable de estos momentos que vivimos y así poder descansar tranquilamente. Aunque he de decirte que desde que tomo el elixir de Las Tetas de la Sacristana, regalo de Laujar que me mandaste, mis sueños son más placenteros.

Mi querido Ib Hazm, las tabernas añoran tu presencia y las riberas del Gran Río esperan tus pasos. La pintora de los laberintos, a pesar de su silencio, te manda recuerdos. Me dice que lo prometido es deuda y que ella es una mujer de palabra. Así me dijo y así te transmito. A la ciudad le falta un hijo y como todas las madres añora tu regreso. No nos hagas esperar más de lo justo y sigue mandando noticias. Mientras llegas te doy todo el calor de mis brazos.

En Sevilla,

Juan de Mairena.

(Marcos G. Sedano)

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