Otra Europa es posible
LE MONDE diplomatique
OTRA
EUROPA
ES
POSIBLE
Por BERNARD
CASSEN
La
depresión y la esperanza
Un consejo para los que están
deprimidos ante el espectáculo de la Unión Europea (UE) que se unde
en la depresión económica, pero también psicologica: a modo de
ansiolítico, hagan una inmersión en el baño latinoamericano.
No se pretende afirmar que el nivel de
ingresos, el acceso a la educación, a la vivienda y a la salud –
por tomar solo algunos indicaderes- sean más favorables en América
Latina que en el viejo Continente. Aun siendo este tipo de
comparación dudosa, podemos considerar que la situación de un
desocupado europeo -incluso griego- sigue siendo sin duda menos
difícil que la de un precario trabajador brasileño o venezolano.
Hay sin embargo una diferencia
importante entre estos dos proletarios: el primero ha perdido su
empleo, y las perspectivas de volver a encontrar otro son casi
inexistentes; no espera nada de dirigentes políticos totalmente
desacreditados por su capitulación ante los mercados fianancieros.
El segundo, por el contrario, ha visto a millones de sus compatriotas
salir de la gran pobreza; espera del gobierno una mejora regular de
sus suerte y, más aun, una mejor suerte para sus hijos. De hecho,
hace algún tiempo se observa una inversión de los flujos
migratorios entre Europa y América Latina: numerosos inmigrantes
sobretodo ecuatorianos y dominicanos, se retiran de España, donde
perdieron su empleo, para volver a su país. Y jóvenes de toda
Europa del Sur se van ahora a provar duerte en Argentina o brasil.
La UE habrá logrado una azaña: la de
hacer estallar contra el muro de las políticas neoliberales y de la
austeridad a perpetuidat el “sueño”europeo que pretendia
encarnar y promover. El actual discurso de los gobiernos y de las
instituciones de Bruselas se reduce en efecto a una série de cifras:
alza de los tipos de interés, de los déficits públicos, de la
deuda y de los regalos a los banqueros. Lo cual, en lo concreto, se
traduce por un aumento del desempleo, del la precariedad, y de las
desigualdades, la rebaja de los salarios y las jubilaciones y la
degradación de los servicios públicos. El sentimiento de un
horizonte sin salida, el “no future”, no provoca aún , por el
momento, levantamientos masivos de ciudadanos, salvo en las urnas:
en el curso de los últimos años, la casi totalidad de los gobiernos
europeos han sido expulsados del poder, pero feuron sustituidos por
otros gobiernos que aplican axactamente las mismas políticas.
En América Latina se está muy lejos
de esta astenia. En todas partes hay movimiento. Enfrentados a las
oligarquias locales -que aprendieron a armar golpes de estado con
apariencia “legal”como en Honduras y en Parauay- , a la hostildad
de las multinacionales y las maniobras desestabilizantes de los
Estados Unidos, gobiernos progresistas se esfuerzan por “cambiar la
vida”. Eso no significa que estés al abrigo de las contradicciones
internas y en los paises andinos y en Brasil, de la oposición de
ciertos sectores indígenas. En otros países, como en Chile, se
desatan conflictos sociales con regularidad.
Un hilo conductor atraviesa todos estos
movimientos: la idea de que las luchas, cualquiera que sea su
naturaleza, pueden resultar victoriosas; que, en última instancia,
la política está al mando y, por ende, que las elecciones sirven
todavía para algo. Para los latinoamericanos hay un hecho sumamente
simbólico: el Fondo Monetario Internacional (FMI), que prácticamente
han expulsado del continente, se encuentra, al lado de la Comisión
Europea y del Banco Central Europeo, en el seno de a siniestra troika
encargada de hacer sufrir a los pueblos europeos.
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