Aviso para navegantes




                                                          Reflexiones de una maestra


autor:  Daniel Ochoa

Ay, amiga, he estado casada, he tenido hijos. Los he criado con esfuerzo y abnegación. Ahora, por suerte, contra todo pronóstico, he llegado a la edad dorada. Mi afición a la literatura por fin encontraba el momento de realizarse. Qué bien, ya era hora. Saqué de las cajas mis apuntes mis notas, mis comienzos, mis ebozos, mis títulos sin texto, mis textos sin título, mis ficticias realidades, mis escritos a volapluma, mis recuerdos olvidados, mis argumentos en embrión, las azarosas experiencias de mi vida llenas de fracasos y de pocos éxitos contadas en un diario, mis esbozos de poemas, mis novelas inacabadas, mis cuentos interrumpidos...Sí, fui consciente de mi vocación literaria demasiado tarde. Pero llegó el momento en que hube de elegir entre mi auténtico ser y mi ser manipulado por creencias fatídicas, mis responsabilidades adquiridas y mi insumisa vocación matrimonial...Hasta que...”Mis hijos criaos, mis duelos doblaos”, como decía mi madre... No pensava poder vivir para contarlo, pero he llegado hasta hoy y aquí estoy, sola, libre y con intención de realizar un proyecto personal indefinidamente aplazado.

No me pidáis ahora que haga apostolado, eso ya me lo decían las monjas en el colegio y los curas en la iglesia hace muchos años, y me costó décadas superarlo.

Creo en nuestro proyecto de Revolución Democrática. Creo en la necesidad de un cambio radical, ético y humanitario que nos recoloque a cada uno en su sitio, en sentido amplio y en sentido estricto- quien tenga que ir a la carcel, que vaya- Creo que todos los seres humanos de la tierra que sufren alguna carencia en sus legitimos derechos y tienen la facultad de reivindicarla y el deber de satisfacerla...Creo en los derechos negados de la imensa mayoria de los habitantes de la Tierra, engañados por la caterva de carroñeros que comandan esta 'Nave de los locos'. Creo que el conocimiento de la historia, tanto individual como colectiva, debe ser fuente de aprendizaje y superación para el ser humano, porque, como dijo no sé quien, aquell@s que olvidan la história estan condenad@s a repetirla.

Con todo, aún a riesgo de parecer derrotista, cuando el otro día, mientras trabajaba, escuchaba los gritos desaforados, los silbidos, los pitos y los bocinazos de mis vecin@s, que cara al televisor celebrando los resultados de un partido de futbol, cosa que se prolongaria hasta bien avanzada la noche. A a mi no me pidáis que haga apostolado, que a mis años, en plena madurez, me entregue a rescatar un proyecto que posiblemente nunca veré realizado. Que trate de convencer a los que viven para ver el futbol, van de vacaciones y a trancas y barrancas pagan sus hipotecas, y salen a cenar... No me lo pidáis porque no me quedan fuerzas.

Aviso a navegantes, este puerto permanecerá indefinidamente fuera de servicio.

Esto me decía Lídia ayer, pasadas las doce, mientras escuchabamos el “Himno a la alegria“ de la novena de Beethoven, con poco volumen para no molestar al vecindario.

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