Desilusiones


El retorno de los nómades


Lía Schenck
Si a pesar de todo lo dicho y de todo lo
que está atrás y delante de lo dicho, alguien
pudiese entender que los nómades son perfectos,
es necesario que se desilusione.
Ser perfectos y no comezer errores es
absolutamente incompatible con el espíritu de
curiosidad y de asombro de los nómades.
La curiosidad los lleva a tanteos y osadías
de los cuales muchísimas veces vuelven lesionados
o con espinas clavadas en algún lugar sensible
o con plumas fuera de lugar, precisamente
por no haber cometido perfecciones.
Los asombros los llevan a predisponerse bien
con las cosas de la vida y a sentir alivios
cuando descubren que ninguno de sus errores ni
de sus aciertos alteran sus armonías.
Si alguien pudiera entender que los nómades
están más allá de las tentaciones también
es necesario que se desilusione.
Los nómades químicamente puros
no existen.
En algún momento de sus vidas casi todos ellos
se han sorprendido girando como locos en los
remolinos de los cuentos sedentarios.
Casi todos ellos, alguna vez han metido
las manos o las pestañas en las trampas del sedentarismo.
En esos casos han pedido auxilio a sus amigos
y los que han podido se han desentrampado
solos.
Todo esto sin dejar de reconocer que algunos
hábitos sedentarios vienen bien en algunas
situaciones de la vida. Como no dejar los
zapatos en cualquier lugar o llevar agendas
con direcciones o tener a mano algún plano de la ciudad.

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